Su actividad durante los últimos 30 años ha permitido conocer cuáles son las orientaciones ideológicas de un Estado que quiere ser y aparecer como democrático y ha resultado ser un Estado demofascista. Desde 1995 el Código Penal ha sufrido 20 reformas –a más una por año- y siempre para otorgar al Estado una mayor capacidad represiva sobre la población que ha decidido organizarse pacíficamente, pacíficamente, en la lucha por los intereses de los más desfavorecidos y perjudicados por el sistema capitalista. Desde la perspectiva política se han endurecido la condiciones objetivas y subjetivas de actuación social y política, se han restringido las libertades públicas reconocidas por la Constitución borbónica de 1978, y se han dictado normas (ley de Partidos políticos de 2002) que impiden la participación abierta contra el sistema económico y político.
Estamos ahora ante un panorama nuevo: Euskadi ta Askatasuna declarado que cesa en sus actividades armadas. (Viene a las mientes el cese de la actividad armada de los guerrilleros contra el franquismo, no se puede menos, por más que los voceros y propagandistas del sistema constitucional borbónico deseen cambiar el tercio y desligarse de ese continuum histórico. De aquella actividad armada mucho se podría contar –y más podría contar el aún vivo Santiago Carrillo-, pero cuando las condiciones objetivas no permiten una lucha de esta naturaleza es conveniente –sin cambiar de estrategia- modificar los planteamientos tácticos de lucha). Así fue en el pasado, así es en el día de hoy. Por eso la decisión que ha tomado la organización armada es histórica, por decisiva, y porque renuncia a una sus esencias tal como es una organización armada. Pero eso no debe extrañar que quienes están en la vanguardia de un proyecto político no están al margen de su base social (he ahí la diferencia con una “organización” de carácter mafioso cuyo objetivo es la recaudación de beneficios y a quien le beneficia en su actividad que haya mayor inseguridad posible, y por supuesto sin objetivo político alguno; decir que hay miles de individuos agrupados en sociedades legales que viven del temor de los demás, y que en Euskalerría han hecho su agosto durante 20 años). La decisión es tan histórica como cuando en 1905 en la Rusia Zarista se decidió la participación en la Duma (salvando las distancias).
Si nos atuviéramos a las tonterías que dicen Rojo (Senado) o las del Rubalcaba (Gobierno), así como otros tantos y tantas, concluiríamos que a una organización armada no le queda otro remedio que seguir con la actividad armada, que es precisamente lo que más les interesa dada la correlación de fuerzas actual. Así seguirían en su proyecto de fascistizar aún más el Estado y las normas que de él emanan. Además de procurar pingües beneficios a un auténtico “ejército” de guardaespaldas y otros semejantes. Sus declaraciones no muestran más que una frustración histórica: el fin de la coartada del miedo.
Bajo qué tesis se declara el “alto el fuego, general y permanente”. No puede utilizarse el argumento de la debilidad de la organización armada, pues hasta la saciedad nos han dicho que basta una persona con una pistola para actuar. Si eso es así, y eso he oído en tantas ocasiones, una organización clandestina y con 5 activistas –he dicho cinco, y hay muchos más según los informes del propio Estado español- pueden ocasionar tantas acciones como les venga en gana. No lo hacen. Paran. No actúan porque hay una dirección política y una actividad política con objetivos políticos a medio y largo plazo. Luego la declaración del cese de toda actividad armada es unilateral y estratégica. Lo saben muy bien en el Gobierno, y por eso las consideraciones del llamado, el elegido, el “nuevo mesías” del PSOE, Rubalcaba, son las propias de alguien a quien –esperando el comunicado y la decisión- le pilla el paso cambiado. No hay condiciones en el cese de la actividad armada. No hay más que objetivos políticos que habrán de resolverse en el medio plazo, y el jaque es muy serio al Estado español.
Se refugiarán los poderes del Estado en un discurso para tontos, para tantos y para tantas. Hablarán de nuevas condiciones, como pedir perdón por los 50 años de lucha armada (nadie pidió perdón por los 292.000 fusilamientos del franquismo), exigirán que los miembros no capturados se entreguen con las manos en alto a la policía, y exigirán por último que denosten y vilipendien a todos sus compañeros asesinados y torturados. Siempre habrá nuevas exigencias, porque lo que no quiere este Estado demofascista es que una base social como la existente en Euskalherria tenga presencia alguna en los ayuntamientos y e instituciones vascas, y además sirva de referencia para otros territorios del Estado. Nunca habría un PL en el Gobierno vasco, nunca dominarían en ayuntamientos en donde su base social es ridícula.
Decía hace tiempo ese sujeto “votos o bombas”. No quieren los votos, porque los expulsan de las posiciones de Gobierno en Euskadi. Sise atiende bien a las declaraciones de todos estos demofacistas parece que desearan que esta decisión no se haya producido. Y en esa trampa no han de caer quienes con tanto trabajo han llegado a la conclusión de dar por finalizada la fase de lucha armada. Los sujetos del Estado no quieren lo votos y por eso el maximalismo de las “bombas” como única opción para seguir con su coartada política. Ahí les duele la decisión de la organización armada. Ahí se descubre que llevaban el paso cambiado, y que esperaban una decisión escasamente definitiva. De ahí que salieran en tromba ministro y lehendakari a parlotear. Uno haciéndose preguntas, el otro diciendo obviedades. Aunque en su fuero interno saben que la decisión del alto el fuego es un jaque al que tendrán que responder muy en breve. Porque de otro modo quedarán descubiertas sus verdaderas intenciones políticas en el Estado y Euskadi.
No quieren verificar nada porque en esa verificación con observadores internacionales el Estado Español quedaría al descubierto. Se niegan rotundamente a que se haya acabado la fase que comenzó hace medio siglo. Están tan acostumbrados a contar ese factor que sin él no saben cómo van a meter miedo a la población y dónde buscar entonces el enemigo interior, tan necesario por otra parte para los Estados. Esos enemigos interiores que tanto benefició a Franco y que siguió beneficiando al Estado monárquico. “Si van en serio, qué va a ser de nosotros”, se decían esta mañana en la comida. “Si van en serio, de qué viviremos nosotros”, decían en otros locales. “Si van en serio, se acabaron los pluses”, decían aquellos otros. “Si van en serio, perdemos la lehendakarizta”, decía otro.
Por todo esto y mucho más es por lo que hay que considerar el día de hoy, 10 de enero de 2011 como un día histórico, y además lo es porque tal decisión fue tomada en el momento más oportuno.
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