jueves, 3 de marzo de 2011
Paraninfo, paradoja y paranoia
El pasado 9 de febrero se ha inaugurado en el exótico y tropical paraje de Abandoibarra en Bilbao el Paraninfo de Euskal Herriko Unibertsitatea. El edificio, extrañamente denominado Bizkaia Aretoa, se abre con una exposición “que trata de aportar algunas de las mejores virtudes que nos han caracterizado como universidad: la excelencia intelectual y el sentido crítico.” En este contexto, la primera alusión es una contradicción con la evidencia, por lo que es necesario ejercer la segunda cualidad: la presente crítica.
Resulta sorprendente que una institución pública vasca para construir una edificación universitaria, pagada bajo la total servidumbre como obra social de una caja de ahorros, BBK, cuyo rotulo preside y banaliza su arquitectura, tenga que recurrir en una impositiva designación a un prestigiosísimo arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira (Matosinhos, 1933) premio Pritzker 1992.
Esta decepcionante actitud significa por parte de la Universidad vasca el absoluto desprecio por la capacidad profesional de sus 3662 arquitectos colegiados, considerando que además la arquitectura no es una disciplina ajena ya que forma parte de las enseñanzas que se imparten en el campus de Donostia. Impresentable actitud conceptual y formalmente por su negativa ejemplaridad para el alumnado y sus profesores. Una paradoja.
Asimismo es una frivolidad propia de la paranoia actual de Bilbao por haber caído en el exhibicionismo arquitectónico de los nombres renunciando al concurso como práctica de esfuerzo intelectual para la resolución de un encargo y ejercicio didáctico por la concurrencia de soluciones diversas que enriquecen las alternativas a una propuesta.
La ría y en especial Abandoibarra se está convirtiendo en un muelle para descargar mercancía arquitectónica no importa de qué calidad y procedencia con tal que su autor sea popular: el espectáculo de la pasarela impuesta por Calatrava, la barriada vertical de Uribitarte por Isozaki, la absurda torre de Iberdrola de Cesar Pelli, o la zafiedad del bazar Zubiarte de Robert Stern. El fanatismo por los famosos continúa con la aberración de la Alhóndiga y el fraude urbano y económico del diseñador Starck, falta todavía la incongruencia urbanística y patrimonial de San Mamés, se amenaza con la brutalidad en el garaje RAG, parece ser que afortunadamente se olvida ya el especulativo Zorrotzaurre de Zaha Hadid y sería deseable que también la brutalidad prevista en los antiguos cuarteles de Garellano (1932) proyecto concedido en un simulacro de concurso destinado para elegir a Richard Rogers, uno de los arquitectos estrella que falta en esta ciudad escaparate.
La EHU justifica este descomunal Rectorado, quizá el mayor de Europa, un edificio contenedor además de las escuetas necesidades del rectorado, de salas de alquiler, aislado en este lugar para adquirir un presunto ambiente universitario urbano que disimule su pertinaz y absurdo alejamiento en Leioa, un paraje mal comunicado con medios públicos de transporte para el que hay que construir un costosísimo tranvía de temporada. Garellano bien pudiera ser un recinto universitario por su proximidad con la Escuela de Ingeniería y el Hospital de Basurto, incomprensiblemente desgajado de la facultad de Medicina en Leioa. Como referencia culta, progresista y próxima es imprescindible recordar la modélica reutilización en 1988 de los antiguos cuarteles de Flandes en Gasteiz a cargo de los notables arquitectos vascos José Erbina (+), Iñaki Azpiazu y Javier Botella para Vicerrectorado, Facultad de Letras, Escuela de Empresariales, Escuela de Trabajo Social, Comedor y el Archivo Municipal.
Esta carencia de autoestima mostrada por el Rectorado de la Universidad significa la decadencia ética de una institución que impulsa y practica idéntico populismo que la clase política con su fascinación por lo alóctono ignorando los evidentes valores culturales, creativos e identitarios del país al que se debe. El rectorado ha abierto un postgrado de insolvencia universitaria.
Iñaki Uriarte
Arquitecto
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